Excremento, parodia y búsqueda de audiencia.

Estoy en la Biblioteca. Me meo. Voy al baño. Frente al urinario, aún brotando el pis leo: “11M=Golpe de Estado. Zapatero Asesino y traidor”, alguien corrige “Mentira, fue Acnar”. La discusión no termina ahí, e incluso con las necesidades primarias cubiertas, el ansía de ‘conocimiento’ me mantiene atento a la discusión, que tras la interrupción  “Aquí meo un Talibán”, continúa “PSOE=11M=GAL=CORRUPCIÓN”.  Y posteriormente alguien, en contradicción con lo anterior, apunta”PP MULOS SALBAJES”. Pero el más sabio, no deja la equivalencia en un plano tan partidista. Todo es lo mismo: “Nazi=PP=PSOE=ETA”.

El ser humano, constantemente enfoscado en la lucha por conseguir audiencia. Son pocos los que disfrutan en su aislamiento. El retrete público,  como espacio ‘íntimo’ compartido no desaparece el motor de la vida pública. Y el baño, pese a ser un lugar aislado, es transitado y recurrente. La privacidad y el anonimato dan la oportunidad de lograr una audiencia sin los costes de la exhibición de su autor a juicio por sus opiniones. La audiencia, hasta cierto punto es anónima, sin embargo dentro del espectro de personas proclives a cagar, se conoce el filtro de personas que merodean por el edificio, habituales del lugar y propensos a evacuar.

El retrete es el lugar de la trastienda social, dónde todavía nos permitimos ser humanos. La autocoacción apenas existe, allí no sólo no nos asusta tirarnos un pedo, sino que esta hecho para ello. Tampoco nos asusta dar rienda suelta a nuestra sexualidad más perversa, una puerta nos separa del mundo. Una puerta, unas paredes, que al mismo tiempo que nos cierran al mundo, se abren a nuestros instintos y nuestra propia naturaleza. Como la orina y como la mierda, salen nuestros sentimientos frustrados por una convivencia pacificada libre de nuestra esencia. No nos escandaliza mostrar nuestro ideario político, personal con la mayor sinceridad, aunque sea del modo más zafio. No hay pudor. No hay mirada ajena. Es un espacio para lo escatológico, para lo prohibido, caldo de cultivo para la sorna y para el bolígrafo como para la mierda.

Judith Halberstam  dice “el baño es una representación, o una parodia, del orden doméstico fuera de la casa, en el mundo exterior”. Como tal parodia, el retrete muestra lo humano en la máxima expresión. No solo por la mierda. También, y principalmente, por la poética de los grafitos presentes, por la metafísica del baño, del retrete, como lugar de reposo, calma, desahogo. Privacidad y pensamiento excrementicio. Estamos condenados a pensar, necesitamos desahogarnos en soledad. La escatología permite dar rienda suelta a la creatividad. El excremento nos muestra nuestro propio camino:

<El maestro Feng anunció una vez “¡El Buda es un carcelero con cabeza de buey, y los patriarcas son unas viejas solteronas con cara de caballo!” Y ,en respuesta a la pregunta de ¿quién es el Buda?, se dice que el maestro zen Unmon contestó”¡Una boñiga seca!” Esto, por supuesto, nos recuerda la frase del taoísta primitivo Chuang-tse “Esa cosa llamada Camino, ¿dónde existe? En la orina y en la mierda. >

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‘How to train your Dragon’: la redención de la prótesis.

Hiccup quiere ser como su padre. Quiere matar dragones. Pero no puede. Cobarde. No quiere matar dragones. Encuentra un dragón herido, se acerca. Comprende el mundo de los dragones. Idea una prótesis para él. Posteriormente es él mismo quién necesita una prótesis en la pierna, que finalmente le permite unirse por medio del metal al gran reptil. El dragón puede volar y el cabalgar. En esencia, la reconciliación del humano y el monstruo. No les mates, aprovéchate de tus enemigos. ¡Haz Rizoma! ¡Sé la flor y la abeja! ¡Sé el niño y el dragón!¡Explota la simbiosis! ¡Bla Bla Bla! ¡BLA BLA BLA!

Igualmente interesante, parecen las implicaciones sobre la plasticidad de la cultura, al canalizar la tradición vikinga estructurada entorno a la lucha contra el dragón, hacia una lucha común entre especies. Y más aún, de la propia identidad humana, en el sentido de explorar de forma creativa la condición del tullido. La configuración de lo humano fuera de convenciones unidas al cuerpo y la apertura hacia nuevas posibilidades. Y bla.

La película me recuerda ideas de Jose Luis Molinuevo y a través de su Blog ‘Pensamiento en Imágenes’ y descubro una TED Talk de Aimee Mullins “and her 12 pairs of legs” y la redefinición de las posibilidades del cuerpo humano frente al miedo de lo desconocido.

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Únicamente lo real no puede ser pensado.

La realidad no importa. La verdad no importa. No puede ser alcanzada. Trapos sucios: Queda todo lo demás.

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Checkpoint y la negación de la vida.

Fotografía: Qalandia [Cisjordania-Palestina]. Julio 2011.

El ‘Checkpoint’ sintetiza claramente la cotidianidad en la ocupación de los territorios Palestinos. Una jaula de hierro en la que la espera por cruzar al otro lado, dentro incluso de los propios territorios palestinos puede llevar horas. En el caso de ser autorizado. Si bien se queda en un tópico no es muy alejado de la realidad la definición de los territorios palestinos como un ‘inmenso campo de concentración’. El camino hacia el trabajo, la escuela, la visita a familiares, y en definitiva a cualquier lugar al otro lado del puesto de control se ve sometida a una arbitrareidad que más allá de no garantizar seguridad alguna impide la consolidación de una rutina, la posibilidad de una vida normal. Un esfuerzo sistemático para dificultar la vida de los palestinos dividiendo en territorio en centenares de núcleos separados fácilmente controlables por el ejército invasor. Como refleja el filósofo Slavoj Zizek la ocupación israelí “es en última instancia aplicada por las fuerzas armadas, es en realidad una “ocupación por la burocracia”: permisos de tránsito a través de los controles, permisos de construcción de viviendas, tarjetas de identidas, certificados de residencia, permisos de extracción de agua,… En gran medida, todos ellos denegados. Como la propia vida. El resultado: un fracaso del escenario creado tras los acuerdos de Oslo, un tiempo en el que en gran medida se han dinamitado las condiciones en Cisjordania para algún día llegar a convertirse en un territorio autónomo y soberano.

En este momento en el que tomo la fotografía comprobamos la arbitrareidad de este control, es evidente que no es sino un mecanismo colonial israelí. Viajando desde Ramallah a Jerusalem en transporte público, al llegar a Qalandia es imperativo bajarse del coche. Caminar a lo largo de una fila inmensa, trámite lento, control de equipaje y revisión de pasaporte con desdén. La última de los 7 compañeros que recorremos Cisjordania en el contexto de un curso de cooperación queda retenida, sin motivo aparente. Tal y como media hora más tarde tras permanecer el resto de nosotros presionando dentro del recinto nos permiten marchar. Ningún tipo de explicación, ningún tipo de base. Después de eso, tomamos la segunda parte del autobús. Resultado, un recorrido que en condiciones normales podría salvarse en menos de 20 minutos resulta incalculable. Nosotros solo somos algo así como turistas, no somos palestinos, a priori tampoco ‘enemigos’, me cuesta ponerme en la piel de quién tiene que sufrir día a día esta situación indignante e inhumana.

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Encrucijadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales.

Me complace anunciar el nacimiento de la criatura en la que un grupo de jóvenes ligados de algún modo a la Universidad de Salamanca llevamos trabajando los últimos meses: Encrucijadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales.

Encrucijadas, pretende consolidarse como una plataforma desde la que abordar la realidad contemporánea con una perspectiva crítica bajo el paraguas de las ciencias sociales. Como publicación semestral, enfocada principalmente hacia la edición electrónica pero complementada con la impresión puntual en papel de sus monográficos centrales. La publicación pretende, así mismo, tender un puente entre diversas disciplinas (Sociología, Economía, Geografía, Ciencias Políticas…), generar un punto de encuentro entre profesores y estudiantes y abrir el espectro de colaboradores a personas de la procedencia más diversa (universidades, centros de investigación, mundo laboral, etc.) para debatir y dialogar desde perspectivas críticas todos aquellos condicionantes que nos hacen vivir hoy en un tiempo de encrucijadas, en un tiempo de encuentros, desencuentros, conflictos y consensos que están marcando y determinando el futuro de lo social.


El primer número, centrado en un monográfico sobre ‘Trabajo, Sindicalismo y Crisis Económica’, se encuentra disponible para su lectura y descarga en la página web de la revista: www. encrucijadas.org


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Ante las puertas del sistema.

Bajo la flexibilidad que aprieta aunque no acabe ahogando, el circo no está debajo de las carpas. Heterotopías que renuevan la esperanza.

Cosas robadas y arrejuntadas. Fotografía Sol: Iris Ayuso. Ilustración flexiseguridad: Luis de Mano.

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Escribiendo [entre, sobre, acerca de] ruinas

El fin de la Edad Media conduce a la Edad Moderna. Moderno, del latín modernus, perteneciente a la época reciente-actual. Aunque pronto las revoluciones políticas, técnicas e intelectuales del s. XVIII dejarán atrás la edad moderna. Un cuarto período de la historia, la Edad Contemporánea, que estará dominado por el proceso de modernización. Pero la realidad no sufre por estas marcas, porque no tiene un principio y un fin concreto, ni una coherencia absoluta fuera de si. Es patente, que no somos capaces sino de arrastrar una terminología que rehuye la caducidad al no encontrar categorías adecuadas para describir el tiempo presente. Nuestro vocabulario se construye mediante lenguas muertas para formar una nueva lengua muerta, inútil como herramienta capaz de reflejar su tiempo. Somos capaces de crear cuerpos artificiales y explicaciones congruentes del pasado, pero no del presente si no es mostrando nuestra propia minusvalía a la hora de categorizar, creamos nuevos lenguajes descriptivos por medio de agregados postizos -post.hiper.tardo…- que amplían las viejas categorías y las dotan de nuevos significados para generar interpretaciones en correspondencia con la realidad. Pero, reflejo de nuestra incapacidad, no creamos nuevos términos verdaderamente satisfactorios.

Sin un principio y un final, el análisis de la realidad no es la realidad. No puede ser sino una realidad paralela que nos ilumine por medio de pequeñas sondas aspectos minúsculos de la misma, a los que poder dotar de un significado que nos guíe en nuestra experiencia vital. No puede sino, a la luz de un pequeño candil, guiarnos por pasajes minúsculos en la inmensidad del bosque. La oscuridad no desaparece, pero pequeños detalles aparentemente intrascendentes cobran vida. Como por un acto de ebriedad se nos revelan nuevos horizontes capaces de esclarecer nuestra existencia. Pero jamás totalidades. Pero cada sonda es única, y la totalidad inabarcable.

La filosofía, la ciencia, parten por tanto de una visión anamórfica de la realidad. Un espejo deformado en continua construcción. Creando mapas relacionales, modelos, sistemas, leyes y normas que no dejan de convertirse en ruinas a la luz de nuevos descubrimientos que deforman o destruyen las viejas interpretaciones dominantes. En este sentido la ciencia, y la filosofía, sin dejar de ser cuerpos coherentes, lugares informes en constante revolución, pese a una apariencia estática en su fase normal -en definitiva aparente.

Pero el significado de lo informe, tal y como fue definido por Bataille, inevitablemente nos advierte que “lo que designa no tiene ningún derecho de poseer ningún sentido, y se hace aplastar por todos lados, como si fuera una araña o una mosca”. Mientras la ciencia -la sociología-, la filosofía, exigen encorsetar y construir artificialmente la forma constantemente; tomando esta perspectiva solo me quedan ganas de escupir sobre las ruinas de una experiencia constantemente frustrada.

 

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Fanzine Digital Informe#1

Fanzine INFORME1 :
Se presentan aquí una serie de textos para el análisis sobre el movimiento straight edge, en perspectiva histórica, tratando de abordar desde lo descriptivo, pasando por algunas experiencias y llegando a algunas críticas. Probablemente no se derive nada nuevo de estas páginas, pero lo que si puede dar es la oportunidad para dedicar un momento de reflexión hacia esta subcultura tan extraña dentro de la escena contracultural. Ya no como algo alejado, sino como algo de algún modo presente en cada escena local; y ya no sólo por participes, por sus x en los puños, si no en gran medida desde la propia conversación y discusión sobre lo controvertido de esta elección vital.

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GOOD BYE, LENIN! Cambio social, construcción de memorias y reinterpretación de la historia a través del cine.

Good bye, Lenin! (Alemania, 2003), de Wolfang Becker, nos presenta una visión particular del desmoronamiento de la Republica Democrática Alemana. Chistiane, entusiasta socialista, sufre un shock cuando su marido huye al Occidente. A partir de ese momento, enfoca toda su energía al activismo político. El 7 de octubre de 1989, mientras tienen lugar manifestaciones masivas contra el gobierno, y mientras casualmente regresa a casa tras los actos de conmemoración del 40 aniversario de la RDA, atiende al momento en que la Policía carga con su hijo Aleksander. Esta situación le produce una conmoción, se desploma y sufre un infarto que le llevará al coma.

Durante su letargo cae el muro de Berlín, se avecina el gran cambio político y social que llevará aceleradamente a la reunificación de las dos Alemanias y el triunfo del capitalismo en su amada República Oriental: las primeras elecciones democráticas, la autorización de los viajes al extranjero y las primeras visitas a occidente, el marco alemán, la llegada del consumo de masas y los símbolos del capital, desde la coca-cola al Burguer King (en el que su hija trabaja)… Un futuro incierto, pero en cierta medida prometedor para sus habitantes, ansiosos de libertad. Sin embargo, para una incondicional socialista como Christiane, no podría presentarse un panorama más abrumador. El fin de todas sus expectativas: sus héroes de la clase obrera perdiendo sus empleos, la llegada de los trabajos temporales, la sociedad de consumo capitalista… Todo en lo que ella creía desapareció en unos meses.

Tras 8 meses sobrevive. Al despertar del coma, no sabe que el muro ha caído y que a principios junio 1990 la frontera con RFA dejo de existir. Cuando llega el momento de dejar el hospital, el médico advierte a su hijo que cualquier experiencia traumática podría llevarla a la muerte. Por ello, oculta a su madre la nueva situación política. Durante el reposo, en el que su madre está recluida en casa, Alex prepara una representación en la que nada ha cambiado. Su apartamento, que había sido remozado al estilo occidental vuelve a la austeridad socialista, convertido en una especie de museo de los viejos tiempos. Al mismo tiempo, y con ayuda de su amigo Denis, prepara su propia continuación de la RDA. Todas las tardes emiten el falso telediario en los que escribirán su propia historia del país.

De este modo, huyendo de la realidad, bajo el pretexto de esta mentira piadosa se construye una sátira sobre la caída del muro. Esta reinterpretación cinematográfica de la historia resulta interesante en varios sentidos, hacia dentro y hacia fuera de su propia historia. Por un lado hace pensar en la ética del engaño, el convertir toda la vida de su madre en una ilusión en base a no defraudar sus expectativas construidas en torno a unas estructuras sociales desaparecidas. Por otro lado, la construcción de una memoria colectiva del proceso histórico de reunificación, y fin del periodo socialista y la consecuente ostalgie (1) , a través del cine como herramienta de relectura y reflexión, una mirada al pasado desde el presente.

En su ensayo La Pantalla Global (2007), Guilles Lipovetsky y Jean Serroy reflejan como en la sociedad hipermoderna actual dominada por el presente, paradójicamente nuestra época también presencia una amplio movimiento de revitalización de lo pasado. La modernidad pretendía romper con el pasado, la hipermodernidad lo celebra y lo atribuye nuevas propiedades: “es el tiempo de la memoria general, de la rememoración a ultranza, otra figura del exceso hipermoderno. El cine no escapa a éste: el hipercine es inseparable de la hipertrofia rememorativa que invade la pantalla.” (2009:164). En contraposición al cine histórico, el nuevo cine de la memoria rompe el modelo tradicional de “la gran Historia” para desarrollar una memoria plural, quedando el género cine histórico difuminado en un amplio y difuso espectro temático que abarca desde la comedia hasta el drama con trasfondo histórico de tal modo que este nuevo cine “movido ahora por una voluntad política o transpolítica de reapropiarse «parcelas» históricas ocultas y de celebrar las diferentes identidades colectivas”(2009:164). En gran medida el cine recoge la mutación que la propia sociedad hipermoderna ha sufrido en relación con el pasado y el auge de la memoria que el cine toma y acelera.

En el nuevo cine, el pasado no se narra ya a modo de epopeya, no asistimos a «un pasado que no pasa», sino que la historia “se vuelve pasado problematizado en presente” (2009:167). En esta relectura, el pasado ya no aparece heroificado [o demonizado], sino humanizado (2009:171) aplicando una mirada crítica y a menudo polémica. Good bye, Lenin!, entra de alguna manera dentro de este nuevo cine en el que figuras canónicas poco a poco se deshacen, “invadiendo poco a poco todas las zonas históricas sospechosas”(2009:175). La caída del muro de Berlín, abrió el camino para la reflexión sobre la vida en las antiguas repúblicas soviéticas, tanto como para la entrada de las mismas en el nuevo imperio neolibera. Quizá, como refleja la opinión de Lipovetsky y Serroy esta película que “acepta aunque sin hacerse ilusiones, el fin de la alemania dividida” logrando aportar a su país “la película con valor simbólico que permite a la reunificación entrar realmente en la memoria colectiva. Ya se puede mirar al pasado a la cara” (2009:178).

Como refleja el filósofo Slavoj Žižek (2), bajo la apariencia superficial de la película se muestra una lección desesperada sobre la realidad salvaje de la vida en la RDA: “Ningún tipo de resistencia heríca al régimen de la RDA podía mantenerse. La única manera de sobrevivir era escapar a la locura, para desconectar de la realidad”. Es reveladora en este sentido la trama paralela en la que se narra la historia de Robert, padre de Aleksander. Hacia el final de la película, Christiane revela a sus hijos que su padre no les abandonó sin más,ni tenía una amante, tenían un plan de abandonar juntos al oeste. Robert no era del partido, y la situación laboral y personal cada vez se hacía más insostenible. Sin embargo, la presión de la stasi, y la problemática burocrática -visados imposibles etc…- hicieron más grande el miedo a irse, y quizá perder a sus hijos, que el deseo de una vida nueva en Occidente. A raíz del shock que esta experiencia le produce, en la que se encuentra cerca del suicidio, comienza a desarrollar su ‘devotismo’ hacia la RDA.

Más allá de la propia ‘ostalgie (3)’ que la película pueda transmitir, rememorando la vida en la Alemania del este socialista, aporta un gran valor a la re-interpretación de la vida en el antiguo y el nuevo régimen socioeconómico. Cerca del final de la película, Alex admite que la farsa se ha ido de las manos, y el ‘héroe’ de la película reconoce que la ficción creada para proteger a su madre se había convertido en realidad en una RDA alternativa recreada como a él le hubiese gustado vivirla. Pero como reconoce Žižek en su crítica “la necesidad de tal escape utópico es real”. Y este, lo ejemplifica a través del último reportaje ficticio, en el que “el nuevo líder de la RDA (el primer cosmonauta alemán) decide abrir las fronteras, permitiendo a los alemanes del oeste escapar del consumismo, de la desesperanza de la lucha diaria, el trabajo basura y el racismo. De este modo nos presenta el pretendido socialismo ‘real’ como un fracaso, en el que las ilusiones han derivado en burocracia y control, y al mismo tiempo nos presenta el modelo capitalista de excesos y precariedad como igualmente fallido.

En un breve ensayo, Radical Evil as a Freudian category (4), el mismo autor nos acerca de un modo bastante directo, en el nivel de la anécdota como el propio Žižek apunta, a una cuestión clave en la reinterpretación del comunismo hoy: Mientras que al hablar de los terrores políticos del s.XX, usualmente uno los une bajo la etiqueta de la maldad radical ‘totalitaria’. Pero sin embargo, uno no puede sino darse cuenta que el discurso Stalinista no está en ningún modo prohibido del mismo modo que el Nazismo: incluso si estamos plenamente convencidos acerca de su lado monstruso, uno encuentra la Ostalgie aceptable: “Good bye, Lenin” es tolerado, “Goodbye Hitler no, ¿Porqué?. La diferencia, para Žižek, resulta obvia; la racionalidad del comunismo parece clara para cualquiera, a diferencia del fascismo/nazismo, y su potencial emancipador se presenta claro, pese a que todo el mundo tenga claro lo desastroso del modelo soviético cuyo comunismo distorsionado y frustrado no estaba muy lejos del fascismo.

 

El punto débil de esta reinterpretación propuesta en la película, se asienta sobre la problemática moral que supone la estafa a la vida de su madre, “sostenida en la ética de la protección de las ilusiones” : Se manipula la amenaza de un ataque al corazón nuevo como el medio para chantajearnos para que acepten la necesidad de proteger uno de fantasía como el más alto deber ético. ¿No es la película luego inesperadamente respaldar la tesis de Leo Strauss sobre la necesidad de una “mentira noble”? Así que en realidad es que el potencial emancipador del comunismo es sólo una “noble mentira” para ser montado y mantenido durante los creyentes ingenuos, una mentira que enmascara efectivamente sólo la violencia despiadada del régimen comunista? Aquí la madre es el asunto “supone para creer”: a través de ella, hay otros que sostienen su creencia. (La ironía es que por lo general es la madre la que se supone que es el cuidador, proteger a los niños de la realidad cruel)( Žižek, 2007).

Resulta clave la escena, ya cercana al final de la película, en la que Christiane sale a la calle, y en su primer paseo fuera del apartamento observa atónita como un atronador helicóptero carga con la efigie de Lenin que parece señalarle directamente. Este momento resulta sublime y como refleja Žižek “está epifanía cuasi-metafísica debe tomarse más en serio de lo que pueda parecer”. Este momento sublime que Tomas Valero define como “la imagen que señala el fin de una época de ideales frustrados”, sin embargo parece que aporta una lectura más abierta dejando abierta la posibilidad de una verdadera emancipación, al tiempo que el socialismo de Estado fracasa, deja su lugar y mientras señala, parece decir: ¡ahora es tu turno!

Quizá, el aporte más importante de la película y su reinterpretación satírica de la caída del muro sea la relativización del valor del proceso de transición al capitalismo. Se presenta por un lado, en gran medida personificado en gran medida por la hermana de Alex, las ansias de libertad y la ilusión por el nuevo régimen social. Pero también, en un sentido similar a la famosa frase de Marx en el 18 de brumario acerca del sentido de la historia “primero viene la tragedia, después viene la farsa”. Es decir, la experiencia de la transición desde el ‘este’ hacia ‘occidente’ no es más que el cambio de un imperio por otro. Como lo describe Böhm, antes teníamos que alabar a Lenin, Stalin o Honecker, hoy pasa lo mismo con Ronald Mc Donald o la Coca-cola. Es cierto que quizá esta comparación suene burda en su forma, sin embargo en el fondo no está muy lejos de la realidad de la sociedad del hiperconsumismo. Todo sistema viene sustentado por una ilusión ideológica, y tal como ocurrió con la ideología socialista de Alemania del este, cuyo engaño no pudo mantenerse más, pero como el propio capitalismo conlleva el desencanto de sus crisis sistémicas que quizá lo lleven a desvanecerse del mismo modo . Como también la misma ilusión en la que Christiane vivia recluída se desvanece en algún momento.

NOTAS

1. Ostalgie es un término alemán para definir la nostalgia por la RDA. Ver, por ejemplo, su definición en wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Ostalgie

2. Slavoj Žižek. “The Dreams of Others”. 18 mayo de 2007. Documento online: http://www.inthesetimes.com/article/3183/

3. Ostalgie, que no es un anhelo real de la RDA, sino una promulgación de la separación de ella, una destraumatización cuando se adquiere distancia.

4. Slavoj Žižek “Radical Evil as a Freudian Category”. Documento en red: http://www.lacan.com/zizlovevigilantes.html

BIBLIOGRAFÍA Y REFERENCIAS

• Böhm, Steffen “Good Bye Lenin! Dreamworlds and Catastrophes:Of Empires and Organizations, Now and Then”. Boceto. Documento online: http://privatewww.essex.ac.uk/~steffen/goodbyelenin.pdf

• Lipovetsky, Gilles y Jean Serroy. 2009. “La Pantalla Global”. Barcelona, Anagrama.

• Valero Martínez,Tomás “GoodByeLenin.”

• Žižek, Slavoj “Radical Evil as a Freudian Category”. Documento en red: http://www.lacan.com/zizlovevigilantes.html

• Žižek, Slavoj “The Dreams of Others”. 18 mayo de 2007. Documento online: http://www.inthesetimes.com/article/3183/


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La ciudad como espacio social de convivencia.

Como resumen del -ya de por si no extenso- artículo homónimo de Susana B. Díaz Ruiz [En: Acciones e Investigaciones sociales, 21 (diciembre 2005), pp. 77-107].

La ciudad es algo más que un conjunto de edificios y calles, la ciudad es además una expresión de la naturaleza social del hombre, es la materialización de la necesidad del hombre de interrelacionarse para obtener ventajas derivadas de las sinergias que en ella se producen–económicas, culturales,…-. La ciudad es un sistema “inherente al ser humano”, un espacio histórico en el que desde hace miles de años se desarrolla su existencia vital. En ella se exteriorizan, en mayor o menor medida casi todas las potencialidades humanas, y se alza como un marco en el que se manifiestan explícitamente la gran mayoría de los conflictos, las relaciones de dominación y desigualdad, pero también inseparable de un sentido original de espacio urbano de convivencia.

La ciudad ha estado presente como objeto específico de la ciencia social desde los comienzos de la disciplina, siendo representada tradicionalmente bajo el reflejo de las grandes ciudades europeas y norteamericanas desde el s.XVIII, en las que “lo urbano se entiende como sinónimo de máxima civilización”. Autores clásicos como Tonnies, Weber, A. Smith, F. de Coulanges o Simmel… coinciden en la conceptualización opuesta entre sociedad tradicional y moderna. La modernidad eleva la ciudad y lo urbano como su símbolo particular. La gran urbe que concentra actividades industriales y comerciales, con una división social del trabajo y funcionalidad interdependiente en la ciudad industrial que exigen la consideración de la individualidad independiente. La modernidad, y el nuevo valor de lo urbano traen consigo la sustitución de las relaciones inmediatas o de parentesco por aquellas asentadas sobre la convención o contrato. Desde otro punto de vista; Niezstche, Baudelaire o Rousseau remarcan la pérdida de sentido comunitario, pero nadie pierde de vista la continuidad de la convivencia en las grandes urbes.

Entre la atomización y el proceso de homogeneización, “entre el movimiento uniformemente acelerado y la heterogeneidad que concentra su espacio, en las ciduades tienen lugar enfrentamientos y encuentros, pertenencias y arraigos, incomodidades y desaveniencias…”. Esto es una ciudad, “un espacio de convivencia, pero no de igualdad”. La ciudad de ayer y de hoy también, es un lugar de contacto, un espacio social de convivencia entre hombres, dónde estos adquieren su bios politiko. Un sistema social, en el que por tanto se incluye todo lo compartido; solidaridad y conflicto, la ciudad es un espacio en el que se mantiene una división jerárquica del poder, en el que no solo operan variables económicas sino, como resalto Weber, consideraciones subjetivas resultado de la convivencia en la ciudad. Además la ciudad es un territorio en el que no se puede perder de vista la tendencia a la burocratización, como en todos los lugares de la vida social y publica de las sociedades modernas y occidentales, en los que al mismo tiempo la “individualidad subsume la política socialidad de los miembros que habitan en una ciudad”.

En la actualidad, dentro del contexto en el que vivimos, se puede apreciar un cambio sustancial en las realidades urbanas, sus lugares buscan desprenderse de una cotidianidad, “sustituyendo el encuentro por la fluidez […] cuya principal característica es la porosidad”. El mundo urbano de hoy, aparece como un movimiento sin finalidad, en el que es difícil tomar viejas categorías científicas de análisis. Las ciencias sociales deben de tornar su análisis para captar las nuevas realidades sociales, se distingue entre un territorio social de lo visible, y otro emergente invisible, poblado “por transeúntes anónimos a cuyo espacio vital el poder del panóptico no llega”, cambian los espacios de poder aunque la desigualdad no desaparece, los flujos de información son los que crean ahora dominación. En la post-modernidad se disuelve la oposición entre individuo y sociedad como categorías científicas, se buscan categorías de identidad de los sujetos no duales ni excluyentes, con el riesgo de acabar oponiendo sujeto-sociedad, cabiendo preguntarse si es que realmente “la deslocalización de los lugares significa que hemos perdido el sentido de la localidad que vértebra la convivencia política urbana; o si la ciudad ha dejado de ser una “colección de extraños” y semejantes que conviven en una dimensión política de cotidianidad”.

Susana Díaz Ruiz trata de plantear la dimensión de convivencia social de las ciudades dentro del proceso de transformación del que son objeto en la actualidad; en el que la tendencia marcada por la postmodernidad lleva hacia la “individualización y pérdida de los contenidos y significados sociales compartidos”. Intentará demostrar la continuidad de la ciudad como espacio histórico de convivencia a través de tres premisas metodológicas; en primer lugar a través del análisis del ejercicio del poder, partiendo de la concepción weberiana de M. Villareal en la que “Lo más relevante para el ejercicio del poder es el proceso mismo[ de institucionalización -y no el discurso mismo-], las prácticas mediante las cuales se clasifican y atribuyen identidades, las maneras en que se reivindican significados con referencia a asociaciones específicas, socio históricamente construidas…”. En segundo lugar, poder hablar de la ciudad como un asentamiento común bajo el método que propone Fernández Martorell, la convivencia basada en “su proceso de sedentarización es el de la suma de normas, leyes y en definitiva estrategias que inventan sus protagonistas para sobrevivir” un método que se reproduce de manera independiente a las identidades de sus actores. Y en tercer lugar la proposición de S. Lash sobre la pertenencia y participación de los significados que conforman el espacio social que impide concebirlos en términos exclusivos de obligatoriedad. Concebir la sociedad moderna “como lugar dónde la progresiva individualización habrá de contemplarse como una práctica social que se proyecta sobre la dimensión cotidiana de la cual los seres humanos siguen teniendo noción.”

Si bien desde la perspectiva postmoderna vemos como la ciudad esta dejando de ser el espacio de existencia colectiva que siempre ha sido, Díaz Ruiz concluye que “la ciudad continua siendo lo que es, texto escrito, piedra tallada en la que se refleja la historia sucedida, sin ser por ello el lugar pasivo de la producción”. El significado de lo comunitario persiste en las ciudades de la era contemporánea, cambia la forma de convivencia, pero continua existiendo“a través de la dimensión social y cotidiana de la experiencia colectiva que conforman semejantes y desconocidos que se saben conciudadanos, habitantes y vecinos”.

Se reconocen “los significados sociales y estructurantes, compartidos y públicos, como aquello que nos atrapa y nos permite ser al mismo tiempo”, aquello que junto a los intereses particulares, articula unas instituciones y un conglomerado social y político que conforma la ciudad y la hace un lugar de convivencia. Por tanto, Susana Ruiz plantea el urbanismo como una práctica colectiva para definir el modo de utilización del espacio colectivo de la ciudad, partiendo de una noción de individuo y sociedad unidos, en simbiosis, un acontecer urbano en el que sus habitantes tienen protagonismo para decidir como configurar el espacio urbano desde su modo de vida y preferencias. Propone olvidar la vieja categorización sociológica de individuo y sociedad como entes separados, por que esto repercute en la concepción del espacio habitado, “el lugar que cada ciudad es, se mecaniza y se redistribuye, se mecaniza y se olvida”.

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