Excremento, parodia y búsqueda de audiencia.

Estoy en la Biblioteca. Me meo. Voy al baño. Frente al urinario, aún brotando el pis leo: “11M=Golpe de Estado. Zapatero Asesino y traidor”, alguien corrige “Mentira, fue Acnar”. La discusión no termina ahí, e incluso con las necesidades primarias cubiertas, el ansía de ‘conocimiento’ me mantiene atento a la discusión, que tras la interrupción  “Aquí meo un Talibán”, continúa “PSOE=11M=GAL=CORRUPCIÓN”.  Y posteriormente alguien, en contradicción con lo anterior, apunta”PP MULOS SALBAJES”. Pero el más sabio, no deja la equivalencia en un plano tan partidista. Todo es lo mismo: “Nazi=PP=PSOE=ETA”.

El ser humano, constantemente enfoscado en la lucha por conseguir audiencia. Son pocos los que disfrutan en su aislamiento. El retrete público,  como espacio ‘íntimo’ compartido no desaparece el motor de la vida pública. Y el baño, pese a ser un lugar aislado, es transitado y recurrente. La privacidad y el anonimato dan la oportunidad de lograr una audiencia sin los costes de la exhibición de su autor a juicio por sus opiniones. La audiencia, hasta cierto punto es anónima, sin embargo dentro del espectro de personas proclives a cagar, se conoce el filtro de personas que merodean por el edificio, habituales del lugar y propensos a evacuar.

El retrete es el lugar de la trastienda social, dónde todavía nos permitimos ser humanos. La autocoacción apenas existe, allí no sólo no nos asusta tirarnos un pedo, sino que esta hecho para ello. Tampoco nos asusta dar rienda suelta a nuestra sexualidad más perversa, una puerta nos separa del mundo. Una puerta, unas paredes, que al mismo tiempo que nos cierran al mundo, se abren a nuestros instintos y nuestra propia naturaleza. Como la orina y como la mierda, salen nuestros sentimientos frustrados por una convivencia pacificada libre de nuestra esencia. No nos escandaliza mostrar nuestro ideario político, personal con la mayor sinceridad, aunque sea del modo más zafio. No hay pudor. No hay mirada ajena. Es un espacio para lo escatológico, para lo prohibido, caldo de cultivo para la sorna y para el bolígrafo como para la mierda.

Judith Halberstam  dice “el baño es una representación, o una parodia, del orden doméstico fuera de la casa, en el mundo exterior”. Como tal parodia, el retrete muestra lo humano en la máxima expresión. No solo por la mierda. También, y principalmente, por la poética de los grafitos presentes, por la metafísica del baño, del retrete, como lugar de reposo, calma, desahogo. Privacidad y pensamiento excrementicio. Estamos condenados a pensar, necesitamos desahogarnos en soledad. La escatología permite dar rienda suelta a la creatividad. El excremento nos muestra nuestro propio camino:

<El maestro Feng anunció una vez “¡El Buda es un carcelero con cabeza de buey, y los patriarcas son unas viejas solteronas con cara de caballo!” Y ,en respuesta a la pregunta de ¿quién es el Buda?, se dice que el maestro zen Unmon contestó”¡Una boñiga seca!” Esto, por supuesto, nos recuerda la frase del taoísta primitivo Chuang-tse “Esa cosa llamada Camino, ¿dónde existe? En la orina y en la mierda. >

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