Escribiendo [entre, sobre, acerca de] ruinas

El fin de la Edad Media conduce a la Edad Moderna. Moderno, del latín modernus, perteneciente a la época reciente-actual. Aunque pronto las revoluciones políticas, técnicas e intelectuales del s. XVIII dejarán atrás la edad moderna. Un cuarto período de la historia, la Edad Contemporánea, que estará dominado por el proceso de modernización. Pero la realidad no sufre por estas marcas, porque no tiene un principio y un fin concreto, ni una coherencia absoluta fuera de si. Es patente, que no somos capaces sino de arrastrar una terminología que rehuye la caducidad al no encontrar categorías adecuadas para describir el tiempo presente. Nuestro vocabulario se construye mediante lenguas muertas para formar una nueva lengua muerta, inútil como herramienta capaz de reflejar su tiempo. Somos capaces de crear cuerpos artificiales y explicaciones congruentes del pasado, pero no del presente si no es mostrando nuestra propia minusvalía a la hora de categorizar, creamos nuevos lenguajes descriptivos por medio de agregados postizos -post.hiper.tardo…- que amplían las viejas categorías y las dotan de nuevos significados para generar interpretaciones en correspondencia con la realidad. Pero, reflejo de nuestra incapacidad, no creamos nuevos términos verdaderamente satisfactorios.

Sin un principio y un final, el análisis de la realidad no es la realidad. No puede ser sino una realidad paralela que nos ilumine por medio de pequeñas sondas aspectos minúsculos de la misma, a los que poder dotar de un significado que nos guíe en nuestra experiencia vital. No puede sino, a la luz de un pequeño candil, guiarnos por pasajes minúsculos en la inmensidad del bosque. La oscuridad no desaparece, pero pequeños detalles aparentemente intrascendentes cobran vida. Como por un acto de ebriedad se nos revelan nuevos horizontes capaces de esclarecer nuestra existencia. Pero jamás totalidades. Pero cada sonda es única, y la totalidad inabarcable.

La filosofía, la ciencia, parten por tanto de una visión anamórfica de la realidad. Un espejo deformado en continua construcción. Creando mapas relacionales, modelos, sistemas, leyes y normas que no dejan de convertirse en ruinas a la luz de nuevos descubrimientos que deforman o destruyen las viejas interpretaciones dominantes. En este sentido la ciencia, y la filosofía, sin dejar de ser cuerpos coherentes, lugares informes en constante revolución, pese a una apariencia estática en su fase normal -en definitiva aparente.

Pero el significado de lo informe, tal y como fue definido por Bataille, inevitablemente nos advierte que “lo que designa no tiene ningún derecho de poseer ningún sentido, y se hace aplastar por todos lados, como si fuera una araña o una mosca”. Mientras la ciencia -la sociología-, la filosofía, exigen encorsetar y construir artificialmente la forma constantemente; tomando esta perspectiva solo me quedan ganas de escupir sobre las ruinas de una experiencia constantemente frustrada.

 

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